Monday, January 30, 2012

DERRAME


Fue la misma mañana que desperté con la almohada ensangrentada y dije “¿de nuevo?”, y de nuevo no tenía nada porque cada vez que me sentía presionado o con estrés mi nariz-barómetro terminaba explotando.

Es que hace tiempo tenía ganas de arrancar, ya no me bastaba con ir a remojarme los pies a las orillas del Calle-Calle. Antes me calmaba. Ahora todo ha cambiando. Ya no me calman las mismas cosas. De hecho no me calma casi nada. Salvo un par de canciones o algunas miradas ( las de mi mamá y las de mi abuelo paterno y las de algunos de mis muertos, que a veces veo en sueños). Y esa ganas de planear la Huida se venían gestando hace mucho tiempo.

Por eso trastabillaba tan a menudo y solía caer en lugares públicos o aconsejar perros vagabundos o bailar sobre las barandas de los puentes escuchando violines alcohólicos en mi conciencia.

Otro cambio fue sacarme los botines y ponerme zapatillas baratas, de esas con que uno no se encariña. Todo el mundo debería ser como una zapatilla barata. Bonita, útil y desechable. Yo trato de ser así, porque intenté lo inverso y me fue peor.

Ahora digo lo que pienso y me gusta golpear la mesa, aunque no sirva para que mi interlocutor entienda mejor lo que quiero decir. A mi me gusta como suenan las golpes en la mesa y me hacen sentir más seguro. Y hablar golpeado y aterciopeladamente. Eso me gusta.


Y voy a salir de aquí. En la Ruta está Buenos Aires y Madrid y Praga y Viena. Y no tengo claro como lo voy a financiar. Puede que venda un riñón o que me prostituya o que pida un crédito de consumo. Es que ya es hora de decir las cosas por su nombre. Ahora prefiero quedar de color rojo 1 vez diciendo la verdad, que ponerme 50 veces de naranjo con mentiras piadosas.

Cuando salga de acá quiero conocer putas y fakires y reinas y juglares y payasos y ministros de estado y charlatanes y bailarines y mentalistas y gente buena. Acá conocí de todos un poquito, pero no eran de verdad.


Y vine hasta acá solamente porque quería confesarme y los luteranos no tenemos confesionario, por eso llegué hasta acá. Y esperaba que usted me coqueteara y me invitara detrás del altar y me hiciera una propuesta indecente, pero veo que no son todos iguales y que cobardes hay en todas partes.

1 comment:

Nicole Grandjean said...

Me grita "crisis de los 26 años y sus consabidos horrores". Hermoso y contingente.