¡Brutal!

Desperté de mi ataque de narcolepsia con los acordes de la canción Brutal de New Order.Eran las 8:31,una hora francamente indecente para reactivar la vida de un Hombre Universal(universitario) standard.

.-Son los nuevos vecinos- me dijo la Florencia, una de las mellizas con las que vivo.

Balde de agua fría. No me esperaba una noticia de tamaña envergadura a esa hora de la mañana.El último que habitó el departamento contiguo era un señor que comía papas fritas con merquén durante las tardes de lluvia y veía clásicos del fútbol europeo, los cuales le provocaban unas carcajadas sobrecogedoras(esto lo supongo, nunca lo visité personalmente,pero lo vislumbraba a través de la pared).Durante el verano desapareció,creo.Ahora en marzo llegó un nuevo integrante a la fauna que cohabita el pintoresco condominio "Los Adoquines".El año pasado tuvimos bastante con la anciana revolucionaria del 101,a la cual había que explicarle, (cada vez que subía a avisarnos sobre una reunión extraordinaria para derrocar al tirano administrador),que la guerra civil de 1891 ya había terminado y que podía regresar a su hogar sin necesidad de cambiar de identidad.El nuevo personajillo estaba a punto de aparecer en escena.

Nuestro primer encuentro fue en la escalera que baja al segundo piso.Era lunes y yo iba muy atrasado a la clase de Interpretativo I con el profe Teitelboim.Ibamos bajando la escalera al mismo tiempo y a mi se me cayó el maletín de las manos, lo primero que saltó fue mi pistola.Esta quedó justo a sus pies, la recogió y observó:

.-Me la podrías prestar uno de estos días- dijo con un tonito perturbadoramente encantador

.-Para salir a matar, dices tu?- le respondí amenazantemente ambiguo

.-Posiblemente-espetó

Me la entregó.Tenía los ojos petrificadoramente azules.Supongo que captó que la pistola era de fogueo y que es incapaz de dañar efectivamente.

Desperté con la misma canción durante una semana.Quise creer que la usaba como despertador.A reclamar no me atreví.Sus ganas de salir a matar podría hacerlas carne con mi humilde persona.Sin embargo, las mellizas Klagg son de armas tomar(¡que paradoja!)y decidieron ir a golpear la puerta del vecino.Por respuesta sólo obtuvieron el aumento de los decibeles de la canción.

El show de la canción era sólo por las mañanas.Por las tardes y con la ayuda de un vaso de vidrio apoyado en la pared, tuve el privilegio de escuchar llantos colectivos intimidantes.Me imaginaba una catarsis de adolescentes llevada al paroxismo producto de la matanza de focas blancas en Canadá.
Mis ideas siempre son descabelladas.Heredé ese talento de mi santa madre.Básicamente ella puede armar una historia con prólogo,climax, descenlace dramático y epílogo,con el mínimo hecho de encontrar una colilla en un cenicero.La historia consiste en elucubrar como llegó la colilla a ese lugar.

La misma práctica matinal y vespertina se mantuvo por un mes.Hasta que llegó mi segundo encuentro con el jóven del 304.Mucho menos esperanzador que el primero,desde luego.En la noche anterior al encuentro su televisor estuvo prendido toda la noche en el A&E Mundo viendo una maratón de películas de Michael Radford.Esto lo sé porque el volumen de su Tv estaba al máximo y yo figuraba en mi dormitorio viendo exactamente lo mismo.

Salí a eso de las 11:20 del departamento y en el umbral de la puerta del 304 había un ataúd.Martillazo en la sien.Muchas personas de negro(supongo de la funeraria) deambulaban por el piso.Me acerqué a una de ellas y le pregunte a sangre fría:

.-¿Suicidio?
.-No estoy autorizada para darte esa información- y me guiñó un ojo

Lo único que atiné a decir fue: ¡Brutal!