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Todavía nose porqué me subi a ese maldito bus interprovincial (tramo Valdivia-Río Bueno), pero en rigor lo hice y aún me arrepiento. Contrario a lo que se pudiera pensar me toco estar en el momento impreciso y en el lugar incorrecto.La verdad es que me encantaría viajar en taxi hasta Río Bueno( mi ciudad-hogar), pero tomando en cuenta la Ruina de la Familia Siegel, sólo puedo acceder al microbus, tristemente cierto.

Bueno, ocurrió que en la salida Sur de Valdivia, lo primero fue sentir un fuerte impacto en la parte superior del vehículo colectivo, lo que siguió fue un hilito de sangre en mi ventana. En eso el auxiliar-cobraboletos-empacador sube la voz y nos dice:"No se preocupen, fue un cisne nada más". Eso no fue demasiado tranquilizador, pero al parecer era parte del macabro recorrido que estaba recién comenzando.Lo siguiente fue un real descalabro para mi salud mental. Una niña de unos 3 años, con mucho aspecto de etnia originaria, fue el peor castigo a mi r/facismo. La maligna pergenia se me colgaba del cuello, de los hombros, se subía a mi asiento, etc.Pense en demandar a su descuidada madre por hostigamiento, ya que su retoño es inimputable ante los ojos de la ley. Comenzó el sudor frío. Justo a mi, uno de los seres más nerviosos de la comarca. A mi, que el hecho de que me pidan la hora en la calle, me parece un atropello a mi vida privada.En ese instante mi cerebro empezó a tararear el Rin del Angelito de Violeta Parra. Unos legítimos deseos de: 1)ahorcar a la nenita se apoderaron de mi, 2)reventar su pequeña cabecita (negra) con la escopeta de mi Opa .Finalmente opté por la tercera, que consistió en dar vuelta mi cabeza y espetarle a la mamadre del engendro:"Señora, puede controlar a su hijita?".Fue una liberación, la susodicha sólo accedió a tomar en brazos a la ñiña, lo cual fue aún más desastrozo ya que la semilla de maldad, comenzó a vociferar sonidos guturales e ininteligibles.Las manos me sudaban, me tiritaba la pera, la carótida a punto de estallar. Cuando me voltee para pedirle ayuda a mi compañero de asiento, me encontré con un prohombre que figuraba leyendo nada más ni nada menos que el pasquín mas fascineroso de estas latitudes australes, "El Siglo".

El Ravotril y la fluoxetina hicieron efecto en la entrada de Río Bueno, si la ventana hubiese estado abierta seguramente hubiese cortado por lo sano y me habría lanzado en un clavado de 32 metros a las profundidades del río. Pero claro, las ventanas del "bus" no se abrían....nunca se abren....cárceles- ambulantes- folkloricas-con-aroma- a-diantres-que-avanzan-7-kms.-por-hora-y -paran-cada-24-segundos

Un martirio...ojalá superemos la Ruina y pueda viajar feliz, en taxi...por la panamericana Sur...